Para estar estresado no es preciso tener una abundante carga de trabajo, muchas tareas por delante, o mucha responsabilidad. A veces, basta con sentirse estresado. Con malestar, angustiado…aunque todo pueda ir, aparentemente bien.

Pero siempre hay detrás unas causas. Unas causas que seguramente no vemos, y que la mayoría de las veces provienen del entorno laboral. No dependen de nosotros. Lo que si depende de nosotros, es saber cómo afrontarlas.

La velocidad del cambio, y la información incesante que nos llega de todos sitios, sobre todo desde la obligada integración en nuestras vidas, de la cultura de la globalización y la cambiante tecnología, contribuyen a que nos podamos sentir estresados sin otros motivos añadidos. Sin necesidad de que haya motivos personales. Esto es así, pues toda esta aceleración, demanda una respuesta continua por nuestra parte.

Son tantos los estímulos los que se nos presentan a diario, y tan rápida la sucesión de información, y tan cambiante, que hace cada vez más complejas las tareas, las condiciones y los escenarios en los cuales se deben tomar decisiones.

Seguramente a consecuencia de no saber cómo adaptarse, o resolver los nuevos problemas (especialmente si nos cuesta analizar bien las causas, o abordarlas de manera diferente a como lo hemos hecho hasta ahora), es por lo que nos sentimos mal.

Una situación de estrés muy prolongada desemboca en una sensación de impotencia, y puede llevarnos a todo esto. Puede incluso acabar en ansiedad y depresión sin apenas darnos cuenta.

Ante el “Burnout” hemos visto que la meditación, calmar la mente y volver hacia nosotros mismos, puede ser una de las soluciones. Quizá, la mejor. Una buena respuesta a esta “crisis del cambio constante”. Mindfulness es calma. Calma es bienestar .Bienestar es afrontar los desafíos con eficacia.

¿Estás estresado? Empieza por reconocerlo. El estrés existe, y no siempre depende de la carga de trabajo, sino de nuestra capacidad de gestión, que disminuye en entornos complejos e inciertos. Inevitablemente.

Ante esta realidad actual, es más necesaria que nunca, la participación de todo un equipo. Pues con el aumento de la complejidad y la velocidad de los cambios, la colaboración de todos, se hace cada vez más imprescindible. Muchos análisis y puntos de vista. Muchas competencias y experiencias, dan respuesta a problemas globales y diversos. La confianza en lo que hacemos y nuestra organización, es básica. La comunicación abierta, también lo es.

En este reparto necesario de la toma de decisiones y de la participación en los objetivos, las personas deben ser eficaces, tener espíritu de colaboración y no de enfrentamiento.

Para todo esto, es bastante recomendable estar bien con uno mismo y con los demás. Se ha comprobado que la inteligencia emocional en las organizaciones, es más determinante que el CI (Coeficiente Intelectual de las personas). Esta inteligencia emocional empieza de forma individual. Primero, reconociéndose uno mismo, sus estados de ánimo, y después, sabiéndolos controlar. Esto nos lleva a poder comprender los estados de ánimo de los demás, e intervenir en las relaciones interpersonales de forma efectiva (lo que llamamos habilidades sociales).

Debemos reconocer que en un entorno que cambia tan rápido, lo previsible a medio y hasta a corto plazo, desaparece. La incertidumbre aumenta.

El trabajo de equipo es fundamental, y el liderazgo más necesario que nunca. Mindfulness da tranquilidad, calma la mente, y hace que las cosas se vean de forma más clara. Hace mejores líderes y directivos.

Un líder con estas cualidades será más eficaz, y mejor líder. Un directivo realista, y capaz de gestionar el cambio, menos estresado, y mejor directivo.

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