¡No preguntes. Experiméntalo !

Lo que un oriental experto en atención plena nos diría, si le preguntáramos que es Mindfulness,… es: “No preguntes. Experiméntalo”.

No existe mejor explicación, que vivirlo en primera persona. Se pueden leer infinidad de textos, pero solo practicándolo, se descubre lo que es de verdad, así como sus beneficios.

Nos pasamos la vida buscando la felicidad, sin darnos cuenta de que la felicidad está a nuestro lado. Cerca de la calma y la tranquilidad. Y de que no consiste más que en aceptación.

El budismo se ocupó de la felicidad hace milenios de años. Buda se dio cuenta de que la existencia es inseparable del sufrimiento, la vejez y la muerte, y de que no debemos esforzarnos en separar estas tres cosas de nuestra propia existencia, sino de aceptarlas como inevitables. El motivo de la infelicidad es el hecho de identificarnos demasiado con nosotros mismos y nuestras posesiones, nuestros pensamientos, ideas…, no podemos aferrarnos a lo cambiante, y “yo mismo”, y lo que me rodea, esta en cambio constante. ¿Cómo remediamos esta identificación con lo cambiante?

Con el entrenamiento de la mente.  Logramos así, que ésta entienda, que todo esté en permanente cambio. Y que no podemos identificarnos con lo que fluye y no está quieto, porque la propia vida, es transformación.

Después de muchos años, las dos ciencias de la salud: la medicina y la psicología, rescatan las técnicas budistas. La neurociencia se ocupa ahora de la meditación, y cada vez son más los estudios que demuestran impactos positivos para la salud de las personas. En todos los ámbitos. Nos damos cuenta que mente y cuerpo no son cosas separadas, sino que forman el conjunto de un todo y que se determinan entre sí. Por eso la necesidad de cultivar una mente sana.

Como la mente no es algo localizado, palpable… no se ha estudiado como se ha podido estudiar un órgano en la antigua medicina. Solo la meditación budista se centró más directamente en ella. Y psicólogos como Freud, entre otros muchos, consiguieron aportar sus teorías como pasos necesarios en el desarrollo del estudio de la mente.

Hoy en día, gracias a las aplicaciones, que la medicina y la psicología hacen del Mindfulness, vemos que se puede entrenar la mente. La corteza prefrontal se vuelve más gruesa al  practicarlo. En esta parte del cerebro, residen por ejemplo las funciones ejecutivas de control, y toma de decisiones.

Entrenar la atención es la clave. El estar demasiado centrados en nosotros mismos, en nuestros pensamientos, preocupaciones y fantasías, nos desligamos de la realidad. Con Mindfulness conectamos con nuestra esencia, con nosotros mismos. Dirigimos la atención.

El cerebro humano consume de un 20 a un 25  por ciento del riego sanguíneo y el oxígeno de todo nuestro organismo. Se vio científicamente que este consumo, a pesar de que no estuviéramos haciendo nada, apenas disminuía. Esto es porque la mente siempre está trabajando. Dialogamos constantemente con nosotros mismos.

Sin embargo, se ha demostrado que al practicar Mindfulness, la mente no se dispara, sino más bien, se focalizada en algo. Y así puede por fin descansar.

Hay pensamientos inconscientes, que no generamos de forma voluntaria, que nos asaltan, nos hacen prisioneros exigiendo que les prestemos atención una y otra vez. Estos pensamientos, tienen la particularidad de hacer que nos identificamos emocionalmente ellos. Nos los creemos como si fueran una realidad. Nos terminan absorbiendo como un agujero negro, cuando en realidad son solo fenómenos mentales, que nos arrastran a sentir cosas que no queremos. Un 50 % de nuestros pensamientos, no tienen que ver nada con lo que estamos haciendo en este momento, y el 80 % de todos estos pensamientos diarios, son de tipo negativo. Esto nos ayuda a la supervivencia, pero también nos traen el malestar.

Estos pensamientos forman parte de nuestra actividad mental diaria. Nos generan emociones desagradables. ¿No sería interesante no quedarse anclados en ellos, sino dejarlos pasar y reconocerlos solo como pensamientos, no como realidades, para que no acabemos sintiéndonos mal ante su aparición?

El estar demasiado centrados en nosotros mismos, en nuestros pensamientos, preocupaciones y fantasías, nos desligamos de la realidad. Con mindfulness conectamos con nuestra esencia, con nosotros mismos. Y estamos presentes en el ahora.

La vida no es buena o mala. No debemos intentar separar el cielo del infierno. Lo que nos gusta, de lo que no nos gusta. Porque todo forma parte de un continuo. Al disminuir las diferencias entre lo bueno y lo malo, aceptamos la realidad y somos sus cómplices, no sus contrincantes.

Experiméntalo. Vívelo. No como un juez, sino como un director de la película de tu propia vida.

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