Cuando hablamos de que alguien nos cae bien o nos cae mal, muchas veces no es cuestión de incompatibilidades, enfrentamientos de principios, o puntos de vista, sino tal solo, de una sensación. Una impresión de que esa persona, no nos gusta. No es beneficiosa para nosotros.

Lo malo es que esta conclusión no siempre la sacamos al principio, sino después de un tiempo. Veamos porque.

Hay personas manipuladoras, que saben cómo hacer para que te sientas mal; otras sumamente egoístas, que no les importa más que el yo,  después yo, y siempre yo, y tú eres un mero instrumento para conseguir sus objetivos. Su beneficio es lo único importante. Necesitan destacar, ser más que nadie. Son ególatras. A veces, hacen ver que son necesarios. Y…todos ellos normalmente tienen que “disfrazarse” para ser creíbles.

También solemos encontrarnos en nuestros trabajos, y en la vida, con personas muy victimistas. Que sienten la permanente necesidad de dar pena a los demás y descargar sus miserias. Son incapaces de escuchar, y pasan el tiempo, siendo los protagonistas de una película de desgracias, que es su propia vida. Solo quieren que les escuches.  Y no como consecuencia de algún acontecimiento traumático o problema puntual, sino por sistema. De forma reiterada. Ojo si tu eres de los que “saben escuchar”. Eres un posible blanco.

Como dijo el Dalai Lama “si alguien busca un cubo para echar basura, procura que no sea en tu mente”

No hablamos tajantemente del bien o el mal. Estos polos opuestos, no se dan tan fácilmente. Nadie es totalmente… esto, o aquello. Por eso, muchas veces no es nada fácil detectarles.

No es fácil detectar a las personas toxicas, pues los extremos no existen. Y nadie es totalmente toxico, y no siempre. Pero aun así, consiguen amargar  la vida saliendo indemnes si  la víctima no le sabe detectar y por contra, baja la guardia ante ellas, en vez de subirla.

No se trata de enjuiciar a los demás. No se trata de diabolizar a ciertas personas, simplemente…se trata de escucharnos a nosotros mismos. Sabiendo quien nos conviene, y quién no. Y si no podemos eliminarla de nuestro escenario, si al menos manejarlo con inteligencia emocional  y distancia.

Cuando tu intuición, cuando tu sentimiento hacia alguien es de malestar, déjate llevar por tu intuición, por tu malestar. Algo está pasando. Y no es culpa tuya. Analiza si tú puedes tener algo que ver. Pero hazlo sin enjuiciarte, sino observándote a ti mismo de forma imparcial, con calma… y después date cuenta de que está pasando. ¿Eres tú el problema, o estas ante una persona toxica?

El análisis es necesario. Escúchate a ti mismo. El vampiro emocional no se comporta de forma natural, está al acecho para saltar encima de ti en cuanto pueda, y tú tienes esa sensación de incomodidad que te pone a veces sobre la pista.

Son esos vampiros emocionales que se acercan a ti, unas veces contándote sus penas, otras, intentando utilizarte, otras, halagándote, otras, incluso escuchándote. Algunas veces criticándote todo, y solo viendo dificultades en lo que intentas hacer. Intentan cortarte las alas.

“si alguien no puede hacer algo, te dirá que tú tampoco puedes”

Estos vampiros emocionales, consiguen “colocarse” en tu vida , sin darte cuenta,,Se van posicionando para robarte tu energía. A veces menoscabando tú autoestima, otras tu seguridad.

Debemos hacer un ejercicio para identificar a estas personas, y saber alejarnos de ellas. Otras veces, tendremos que ser asertivos para defendernos. La falta de respeto y la agresividad suelen ser señales inequívocas de este tipo de personas.

Estate atento al que intenta echarte siempre la culpa, al agresivo verbal, al que se queja constantemente, al que maldice una y otra vez, al descalificador, al mediocre. Al envidioso, al chismoso, al mentiroso y al soberbio. La cordura mental y el equilibrio emocional  se hayan ausentes en muchas personas, aparentemente normales en sus comportamientos, pero con una alta peligrosidad en sí mismos.

No juzgar, pero si ver de frente, señales de incomodidad que se detecten. Confía en ti, y en tu intuición… y aléjate cuanto antes. No te dejes cegar por las apariencias, y no permitas que quien no tiene algo, intente robártelo.

“He aquí mi secreto. Que no puede ser más simple. Solo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos”  El principito. Saint-Exupery

Mindfulness nos ayuda en esto.

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