Los autónomos son un colectivo muy castigado por el estrés. Cada vez es mas grande el número de personas que tienen o no empleados a su cargo, siendo empresarios o simplemente trabajando por cuenta propia, tienen que lidiar con muchas variables inciertas, cambiantes, y generadoras de mucha tensión y ansiedad.

Aunque se le llama el sector de las personas independientes, no lo son en absoluto. Su trabajo depende de otros o de buscar trabajo, y de hacerlo a veces sin respetar sus propios descansos o vacaciones. Normalmente son los que más horas trabajan, son los que más tiempo están conectados , a todos los dispositivos disponibles, para sus clientes potenciales, a la espera de que llegue la ansiada contratación, por eso, no suelen tener horarios, y deben estar en alerta ante cualquier oportunidad.

El sector de los autónomos, que se ha visto en los últimos tiempos incrementado hasta un 50% en algunos países como EE. UU, son las personas que menos bajas se cogen, que se plantean angustiados, en caso de fuerza mayor, como una enfermedad, quien los va a poder sustituir, en el mejor caso de que pueden seguir en la brecha, y no se vean obligados a cerrar su negocio.

Es todo ese grupo de trabajadores que no pueden permitirse ponerse enfermos por cualquier motivo , que están en algún momento a la presión continua del mercado y de la competencia; que lo que facturan no es lo que ganan, pues tienen que hacer frente a la morosidad de muchos particulares y empresas; que se tienen que reinventar constantemente, teniendo que reinvertir, y esforzarse para poder seguir siendo competitivos.

Muchos autónomos además son empresarios y directamente responsables de las personas a su cargo , a quienes tienen que pagar puntualmente aunque ellos no cobren, que hacen frente con su patrimonio a los riesgos económicos que entraña cualquier tipo de cambio desfavorable en el ejercicio de su actividad. Aunque no cobren puntualmente, siguen teniendo los mismos gastos mensuales a los que hacer frente, y para colmo de males, sienten la soledad, pues no tienen la mayoría de las veces el apoyo social que podrían tener trabajando para una empresa.

Todos estos factores determinan que los trabajadores por cuenta propia tengan mayor estrés que muchos de sus colegas, que trabajan por cuenta ajena. Se ha hablado mucho de la fortaleza de los emprendedores y de aquellos que tienen que buscarse sus oportunidades de trabajo y de negocio, y no es ninguna falacia. Es verdad que muchas de estas personas no pueden dejar de construirse y de construir su forma de vivir, de trabajar, es decir, son los que menos pueden permitir estar estresados.

El poder tener el control de muchas situaciones, y de no ser otros quienes lleven las riendas de los problemas, es sinónimo de ventaja, pues es bien sabido que somos más resilientes cuanta más sensación tengamos de llevar nosotros el control de lo que nos afecta, sin embargo, la carga de estrés soportado es aún mayor que la de otros trabajadores, aunque esto sea así.

Ya sabemos que el estrés se va acumulando, y lo que puede ser fatiga, puede acabar convirtiéndose en burnout. De hecho, esta es una realidad fatal dentro del grupo de los autónomos, que crea un enorme sufrimiento e impotencia en muchas personas, pues aun tratando de tenerlo todo planificado y controlado, no dejan de intervenir muchas variables que no dependen de uno mismo.

Pero si podemos hacer algo que esta en nuestra mano para reducir el estrés, para poder gestionarlo sin que nos sobrepase, y para ello primero debemos reconocer que estamos estresados. Muchas personas no aceptan que pueden estarlo, pues es como reconocer que se es menos fuerte, y esto es un error. Quien esta estresado, es porque ha luchado mucho tiempo contra las dificultades, por tanto no se es débil por estar estresado, ya que el estrés no depende la mayoría de las veces de nosotros. Muchos síntomas físicos, incluso psicológicos, nos están dando la pista durante el tiempo de que algo va mal. Debemos escucharnos. Admitir que somos humanos, no nos hace más débiles, sino más inteligentes. Aceptar nuestra vulnerabilidad nos hace más fuertes.

Debemos estar prevenidos y preparados para hacer frente al estrés cuando muchos inconvenientes, adversidades y contratiempos se crucen en nuestro camino, para cuando tengamos la sensación de que ya no podemos más; cuando pensemos que esta todo mal y que todo tiene difícil arreglo; cuando se generen emociones negativas en nosotros y decaiga nuestro ánimo, debemos saber que podemos recuperarnos de un bajo estado de ánimo, poniendo intención y voluntad, porque en nosotros tenemos todos los recursos para remontar las crisis.

Cuando lo veamos todo de forma pesimista, debemos cambiar nuestra forma de vernos o cambiar la forma de ver la situación . Al hacernos nuevas preguntas para ello, estamos conquistando una nueva perspectiva que será una gran aliada para combatir el estrés, ya que todo depende de nuestra percepción. Porque el estrés se vence, y nos ayuda a salir más reforzados. Las sensaciones, pensamientos y emociones desagradables producidas por el estrés pueden desaparecer más pronto que tarde, si estamos dispuestos a enfrentarlo desde la aceptación, y movilizando nuestros recursos personales.

Lola López

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