Una de las cosas que necesitamos las personas para tener bienestar, es estar bien en nuestro trabajo.

Cuando alguien se siente implicado, y disfruta de ello, el tiempo se pasa volando y la satisfacción que nos produce, se expande también a otros aspectos, en el terreno personal.

Es bueno plantearse si lo que hacemos cada día nos gusta. Desgraciadamente el mayor porcentaje de los trabajadores de cualquier empresa, diría que no le gusta su trabajo.

El trabajo es muy importante en nuestras vidas. Algo significativo es el hecho de que las personas nos recuperamos más rápidamente de la perdida de una pareja, que de la perdida de nuestro trabajo.

Necesitamos sentirnos activos y comprometidos, para sentirnos realizados. Al fin y al cabo, pasamos muchas horas haciendo una actividad laboral, y es en el trabajo donde tenemos que sentirnos más implicados.

Cualquier actividad, no solo la que hacemos en el trabajo, tiene que ser satisfactoria para nosotros. Es decir, que obtengamos un beneficio psicológicamente gratificante. De otra manera, nos resta, en vez de sumarnos.

Un estudio de Gallup sobre las claves de la felicidad, concluyo que la satisfacción en el trabajo, es una de esas claves.

Si estamos comprometidos y nos sentimos implicados en el, sentiremos mayor plenitud, que si lo vemos como algo que solo nos reporta dinero a fin de mes.

Al disfrutar con nuestro trabajo, disfrutaremos mucho más de nuestro tiempo libre, pues, no estaremos sometidos semanalmente a la tortura que supone estar en un sitio donde no tienes la impresión de estar aportando algo. Y los fines de semana, viviremos más plenamente la sensación de disfrutar de nuestro tiempo libre, en vez de pensar continuamente en lo que tenemos que hacer la semana siguiente, y lo que nos espera el lunes por la mañana.

Por eso es importante disfrutar de lo que haces a diario, sentir deseo y pasión por lo que haces.

Los esfuerzos de las empresas, tendrían que encaminarse a mejorar el clima laboral y las relaciones personales de su gente, para hacer personas más comprometidas e implicadas. En definitiva, más felices.

Algunos estudios han demostrado que tener un “amigo íntimo” en el trabajo, es algo que incrementa positivamente nuestro nivel de bienestar.

Está comprobado que tener buena relación social con la gente con la que compartes día a día el tiempo y el esfuerzo, es una garantía de sentirte bien, de trabajar implicado y de comprometerse con los objetivos.

De hecho, alguien que pasa sin dificultad a integrar sus relaciones laborales en sus relaciones personales, será más feliz.

Si somos capaces de ver a nuestros compañeros de trabajo, como amigos, más que como competencia, nuestra vida será más fluida, y nos sentiremos más plenos.

Un jefe que no valora a su gente, que no motiva prestando atención a lo que realmente la gente pueda aportar, que censura, en vez de dar libertad, que no sabe motivar, a quien la gente trata de evitar, puede destruir el interés por alcanzar los objetivos, por mucho que se esfuerce por empujar en una dirección.

No siempre está en nuestra mano cambiar las circunstancias, pero si al menos entenderlas, para saber gestionarlas mejor.

Estar mal en el trabajo, nos hace no implicarnos. Eludimos responsabilidades para no tener que dar cuentas de nada.Puede convertirse en un letargo permanente si no le damos solución.

Intenta mejorar tus condiciones de trabajo. Si no puedes hacerlo donde estas, busca otro sitio. Tu desarrollo personal y tu bienestar te auguran un mejor futuro, que la comodidad y el conformismo.

Las señales inequívocas ante el estrés, que nuestro cuerpo despliega, se acumulan y dañan nuestro sistema inmunológico. Aumentan el riesgo de sufrir ansiedad y depresión.

A largo plazo, es mucho mayor el estrés que se produce cuando no hacemos nada, y estamos pendientes de que “suene la campana”, para irnos a casa, que el estrés que pueda darse como consecuencia del ejercicio de un trabajo.

Nuestro organismo, ante cualquier tipo de estrés, moviliza sus mecanismos.

A nivel fisiológico, se incrementa el nivel de cortisol, que acelera el ritmo cardiaco, aumenta la presión sanguínea, nos pone en alerta para el peligro que se supone tenemos delante.

Cuando es algo real, de lo que tenemos que huir por supervivencia, podemos luchar realmente, pero cuando es un malestar derivado de la interpretación que hacemos de un hecho que no nos gusta, todas estas señales que nuestro organismo despliega ante el estrés, no nos sirven más que para angustiarnos más.

Este estado de alerta nos serviría para salir huyendo de un león, pero no para mantener la calma en una reunión de trabajo, por ejemplo.

Lo malo es que nuestro cerebro, no nota la diferencia. Y ante tanta ansiedad producida, no sabemos qué hacer, y nos desbordamos como si nuestra carga de trabajo fuera inmensa.

Nuestras experiencias en el lugar de trabajo, inciden directamente sobre nuestra salud psicológica y física. Empeoramos cuando nuestro malestar se prolonga en el tiempo. O cuando no vemos expectativas de mejora.

Por eso, divertirse cada día haciendo lo que hacemos en el trabajo, estar cómodos en nuestro medio laboral, permitirá desarrollar nuestras aptitudes y fomentará nuestro esfuerzo en la empresa. A la vez, nuestro propio crecimiento personal.

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